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"Debemos encontrar el equilibrio entre el posible beneficio de un diagnóstico y el riesgo de un sobrediagnóstico"

06/06/2025 - 08:58

“Sobrediagnóstico y sobretratamiento en la seguridad del paciente pediátrico”, a cargo del Dr. Pere Sala, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario General de Catalunya.

Dr. Pere Sala

De su conferencia en la sesión de pediatría del 24 de abril se podría extraer que, en medicina, “menos puede ser más”. ¿Puede explicarnos esta idea? ¿Cómo define el sobrediagnóstico en el contexto pediátrico y cuáles son las situaciones más frecuentes en las que se da?

El sobrediagnóstico es un concepto relativamente nuevo en pediatría, con pocos artículos científicos publicados si lo comparamos con los adultos. Se pueden cometer errores en el momento del diagnóstico, como infradiagnosticar o hacer un diagnóstico equivocado, pero el sobrediagnóstico hace referencia a la detección de una anomalía real cuando dicha detección no beneficia al paciente. En esta situación, a menudo se continúa evaluando al paciente y se le trata innecesariamente de una afección que, si no se hubiera diagnosticado, nunca le habría perjudicado e, incluso, puede llegar a causarle un daño adicional. En este contexto, “hacer menos puede ser mejor”, y en la práctica médica siempre debemos tener presente el principio del juramento hipocrático: ante todo, no hacer daño.

Distintas situaciones en pediatría pueden ser ejemplo de sobrediagnóstico. Con la medición de la saturación de oxígeno, la detección de una hipoxemia leve en un niño con bronquiolitis puede inducir un uso excesivo de oxigenoterapia y a un aumento de las hospitalizaciones. Realizar ciertos estudios radiológicos en niños con traumatismos craneales sin repercusión clínica puede condicionar el ingreso del paciente y la repetición de pruebas que implican una exposición innecesaria a radiación. Y podríamos enumerar muchos otros ejemplos.

También habló del riesgo asociado al sobretratamiento. ¿Qué consecuencias puede tener en niños que, a priori, reciben una atención con la mejor intención?

A menudo, el sobrediagnóstico nos lleva a aplicar tratamientos que no aportan ningún beneficio al paciente y, en algunos casos, incluso pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, el uso de medicamentos para el resfriado y la tos en niños pequeños –debido a sus posibles efectos adversos– o tratamientos antibióticos innecesarios en infecciones respiratorias que, en su gran mayoría, están causadas por virus.

A menudo existe una gran presión social –y también emocional– en la atención a niños y niñas. ¿Vivimos en una cultura de “hiperalerta” clínica? ¿Es esta actitud más frecuente en pediatría que en otras especialidades? ¿Por qué?

En general, la preocupación por todo lo relacionado con la salud es un aspecto muy importante en el mundo actual. Tenemos un exceso de información a través de los medios y las redes, y la población no siempre tiene la capacidad de asimilarla correctamente. Es evidente que los padres tienen la responsabilidad de velar por la salud de sus hijos y, en algunos casos, lo hacen con un alto grado de angustia. Los pediatras tenemos la tarea de escuchar a los padres y, tras completar la valoración del niño, explicar nuestra orientación diagnóstica; al mismo tiempo, debemos indicar qué es necesario hacer o, incluso, qué no conviene hacer, ya que muchas veces los padres nos solicitan la realización de exploraciones complementarias. Por eso es necesario que exista una buena confianza entre el paciente y el profesional, un alto grado de empatía y la dedicación del tiempo necesario.

Conoce bien el Hospital de Barcelona. Como jefe de servicio, ahora en otro centro, ¿ha visto cambios en la manera de abordar este tema en los últimos años? ¿Existe una mayor conciencia sobre el uso prudente de diagnósticos y tratamientos?

Como decía al principio, los conceptos de sobrediagnóstico y sobretratamiento son relativamente nuevos en pediatría, pero no porque no existieran anteriormente, sino porque cada vez más la medicina debe sustentarse en prácticas que aporten valor y basadas en la evidencia científica. Los profesionales de la salud debemos aprender a encontrar el equilibrio entre el posible beneficio de un diagnóstico y el riesgo de un sobrediagnóstico. Además de la formación continuada necesaria para poder ejercer una práctica clínica basada en una evidencia científica actualizada, disponemos también de herramientas que nos ayudan a mejorar la calidad de la atención sanitaria en beneficio del paciente y de la eficiencia de nuestro sistema sanitario. En este sentido, y tomando como referencia la Choosing Wisely Campaign (elegir con prudencia), desarrollada en 2012 por el American Board of Internal Medicine, en nuestro entorno contamos con la Iniciativa essencial de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña, que nos ofrece recomendaciones basadas en la evidencia científica más actual para llevarlas a la práctica clínica. Todo esto contribuye a que los profesionales estemos cada vez más concienciados en ofrecer una atención de valor al paciente.

Para terminar, de forma sintética, ¿cuáles son, en su opinión, los mensajes clave que los profesionales deberían tener presentes para promover una atención pediátrica segura y no intervencionista cuando no es necesario?

Cuando atendemos un problema de salud en un paciente –y en este caso, en pacientes pediátricos–, lo primero que debemos hacer es una buena anamnesis, que en el caso de los niños será proporcionada por los padres o cuidadores, y tras una exploración física completa, plantearnos los posibles diagnósticos. A través de un proceso de razonamiento clínico –un aspecto muy importante a la hora de abordar correctamente un problema de salud–, el profesional debe plantearse siempre qué beneficio aportará al paciente la realización de pruebas complementarias: si el paciente podrá beneficiarse de un tratamiento efectivo, qué riesgos implican las pruebas, y qué ocurriría si no solicitamos ninguna prueba adicional.